[ES] Conectar componentes electrónicos convencionales a una planta viva, combinar circuitos digitales y analógicos, más la fabricación de sonidos artificiales, y crear un facilitador de frecuencias que emanan de plantas vivas, que con la ayuda de la electrónica invitan a escuchar de cerca los ritmos y frecuencias reproducidos por la naturaleza. El concepto principal es convertir lo vegetal y orgánico en una parte vital de la electrónica (o al revés). Se trata de un dispositivo sensible a la atmosfera, a la manipulación  y la interacción con los sensores que transforman los valores lumínicos y los niveles de humedad de diferentes plantas en un paisaje sonoro.
En lo que parecen coincidir todas estas ideas, expuestas aquí a modo de anotaciones, es en la búsqueda de “profundidad” persiguiendo una experiencia sonora para proponer estrategias que nos permitan alcanzar un estado en el que los sonidos nos acerquen a nuevas sensibilidades perceptivas.
Buena parte de las reflexiones sobre las que se asienta la creación sonora contemporánea se ha centrado en el acto de escuchar. Escuchar supone sumergirnos en las oscilaciones sonoras que no sólo afecta de nuestros oídos sino a todo nuestro cuerpo. Las cualidades de las ondas  y frecuencias sonoras se dota de “materialidad”, una “corporalidad” que si bien nos toca, es intangible.
En este recrearse en el sonido per se mediante una escucha puede rastrearse no solo la herencia del paisajismo sonoro sino también aquellas músicas que ralentizan sus cadencias para permitir una escucha contemplativa, y en buena medida inmersiva, generando desarrollos sonoros que más que transcurrir parecen ocupar el espacio. Escuchar profundamente supone “agudizar y expandir la consciencia de lo sonoro en tantas dimensiones de conciencia y dinámicas de atención como nos sea humanamente posible” Pauline Oliveros